PODEROSO CABALLERO, ES DON DINERO.

Desde niños nos enseñan que el dinero es sucio, que es algo de lo que no se debe hablar. Por eso estamos justo como estamos, porque nadie nos enseña a manejarlo, a disfrutarlo ni a hacerlo crecer.

¿Quién no quiere o necesita ganar un poco más? Todos sabemos que, si bien el dinero no compra la felicidad, su falta trae consigo un montón de problemas que nos impiden alcanzar nuestro máximo potencial. ¿A quién le cae mal mejorar ampliamente su calidad de vida, dejar atrás sus deudas y asegurarse que no pasara problemas de dinero en el futuro? El dinero no debe ser un tema tabú, sucio o de mal gusto, es necesario mejorar nuestra relación con él, ponerlo en la mesa para que nos ayude a alcanzar nuestras metas.

Para tener distintos resultados, es necesario cambiar la forma en que estamos manejando algo, el dinero es una energía que debemos de atraer y dejar fluir. Cuando pensamos que el dinero es sucio o que no lo merecemos, estamos repeliendo esa energía y cayendo en un círculo vicioso del que es muy complicado salir. Así que mejor te invito a ver el dinero como un aliado que jamás te va a fallar; un aliado del que no hay que abusar, pero que siempre mereces tener.

Cuando llega la culpa, la abundancia te abandona. Tanto la culpa como el miedo son enemigos de la prosperidad. Estas emociones, simplemente se contraponen a la plenitud, a la abundancia y a la prosperidad. Mientras la culpa puede llegar a paralizarnos y a enfermarnos de miedo, la abundancia implica una energía que se caracteriza por ser creativa, constructiva y dinámica. Por ejemplo, si una persona tiene dinero, pero siente miedo de gastarlo o cuando lo hace se culpa, la sensación de armonía y plenitud es simplemente inexistente.

El hecho de no aceptar que existe una ley universal que permite que los bienes materiales y espirituales circulen nos limita. Cuando nos enfrentamos a una situación donde la culpa por ser abundantes nos inmoviliza, es importante buscar los orígenes y responsabilizarnos, pero lo más importante: hacer un cambio profundo de pensamientos y creencias. Utiliza decretos positivos, de abundancia:

La naturaleza es próspera, abundante y provee siempre, en nosotros está el tomar y dar, haciendo circular la energía vital, si siembras prosperidad, la recibirás.

Ten siempre claridad en tus propósitos e intenciones y haz un proceso personal confiando principalmente en ti, considerándote parte de un universo que funciona haciendo circular la energía y agradece. Si tu das, recibirás. Si siembras prosperidad, la recibirás.  Vivimos en una zona de confort que nos es tan conocida y justificada, que no nos empujamos a dar el paso, a tocar nuestras propias virtudes y deshacernos de los modelos de conducta, por medio a perder el sentido de pertenencia a un sistema plenamente conocido. Es muy, muy importante movernos de la culpa a la responsabilidad.

Bueno dejemos ya esta parte espiritual y ahora enfoquémonos a hablar de las deudas, todos las tenemos ¿no? así que lo importante es concentrarnos a que desaparezcan antes de que nos arrebaten la paz y la salud. El hecho de que tengas deudas, es un indicador muy claro de que tus gastos son mayores a tus ingresos y que andas un poco perdido en el camino hacia la riqueza. Mejor, cambia tu relación con el dinero y deja de verlo como un recurso para gastar y mejor como un recurso para invertir.

Comienza a ahorrar y aprende a organizarte. Nada sucede de la noche a la mañana, ni tus deudas llegaron de repente, tú fuiste construyendo la situación que estás viviendo hoy; recuerda: no somos culpables, somos responsables. Si lo que quieres es liquidar tus deudas y tener paz mental y una nueva forma de relacionarte con el dinero, comienza por hacer esto:

No más gastos hormiga.-. Haz una lista de estos gastos superfluos, corta de un jalón y verás que el dinero comenzará a fluir en tus manos.

Aplica el diezmo para el ahorro. –  De tus ingresos, ahorra al menos el 10%. Velo como una paga de ti para ti. Tú debes de ser el primero en pagarte, antes que las tarjetas. Tal vez en este momento piensas que no puedes hacerlo, porque tienes instalado el hábito pobre de ganar y gastar.

Usa el efectivo. – Si comienzas a utilizar más efectivo, gastarás menos (es un truco psicológico) y tendrás dinero suficiente. Menos firmas y más cash.

Llévatelo con calma. – Si te da por hacer una compra emocional, espera una semana y verás cómo esas ganas se calman y olvidaras ese antojo y la compra por impulso. En tu cuenta de ahorro lo notarás.

Reduce la cantidad de tarjetas. – No tengas más de dos tarjetas de crédito o de tiendas departamentales. Dos son suficientes. Peregrina por los bancos y busca el que te cobre menos intereses, cuando lo encuentres, véndele tu deuda, pídele un crédito para pagar el saldo de lo que debes (un crédito generalmente tiene tasas menores que una tarjeta). Para que esta estrategia funcione, es requisito que destruyas las tarjetas y que ya no compres más, porque si no después estarás igual.

Cambia tu estilo de vida. – Si reconoces que tienes demasiados gastos y concluyes que no puedes reducirlos, ¡oh cielos! Tienes un problema existencial. Debes cambiar tu estilo de vida y asumir el compromiso de jamás vivir de un solo ingreso. Es necesario que te pongas a crear otras entradas de dinero, por lo menos dos. Las personas que piensan como ricos siempre tienen un abanico de ingresos y están abiertas a conocer nuevas formas de hacer dinero ¿tú porque habrías de conformarte? El chiste es buscarle ¡y hacerlo!

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